Lectura de cuento sugerido, sesión cinco.
Elementos a considerar: El espacio.
Cuento de final abiertísimo, a ver cómo pueden interpretarlo
Elementos a considerar: El espacio.
Cuento de final abiertísimo, a ver cómo pueden interpretarlo
Pregunta a los talleristas ¿ Cómo influye el espacio en el personaje? ¿influye? ¿ no influye? Leo opiniones.
Salió del restaurante donde se detuvo camino a casa y aspiró la brisa fresca de enero. Se acomodó la hebilla del cinturón, palpó en la chaqueta las llaves, revueltas con monedas, y pensó darle algunas al cuidador. Pero ya no estaba como antes, recostado en el muro de la casona. Bajó la orilla del caño y se dispuso a abrir la puerta del carro. Las crepas habían estado bien, y las dos cervezas, y más temprano la conferencia. Ahora sentía gotear una vez más ese íntimo pesar que le manchaba los muros del pecho. No hay caso, se dijo, tengo como trasroscado el piñón del entusiasmo.
Fue lo de siempre: clausura del seminario de planeamiento estratégico y calidad total, data show y transparencias y rotafolios, el destello del puntero en el haz y el siseo del que se aburre y hace bajo la mesa el moon walk de Michael Jackson. Un hotel alto y angosto, una sala en el último piso, ventanales en tres costados y pared oscurecida al fondo donde surge su voz de especialista, pausada y serena. Va desmenuzando el tema como en una relojería, o como en una autopsia. Suelta un chiste por aquí y una mirada de refilón por allá a las rodillas de la ejecutivita que se empecina, sale del cañón de luz con su cara bien conservada, se acerca un tanto y los entretiene con una anécdota a propósito, recibe las risas, observa la tribuna de luces de la ciudad que se estira hacia las montañas, reverberando.
Recibió cortés los aplausos, respondió las preguntitas de rigor, se retiró de inmediato sin aceptar el whisky o el vino con bocadillos que los saloneros desplegaron en bandejas inciertas. Mientras bajaba la veintena de pisos, el ascensor se estremeció en su rito de números ámbar que acompañan el vacío del estómago, su rumor de polvo de silencio suspendido en el edificio donde nada interrumpirá la caída. Si se reventara el cable y cayera como una piedra tal vez aún podría salvarme, pensó. Sería cuestión de brincar en el momento justo del choque. Pero es imposible, en la vida esos saltos precisos siempre son imposibles.
Recorrió la avenida segunda en buena lid con los semáforos, de nuevo consigo mismo y el eterno rezumar en las costillas. Te merecés un premio, dale, aquellos franceses tercos que insisten con sus crepas entre tanta pizza y hamburguesa de mala muerte. Hay ideas que son como este plato, reflexionaba luego en la terraza rodeada de helechos, mirando las flores y las parejas que pasaban por la acera. Ideas como esta, partir un pedazo y llevárselo a la boca, ideas que podés masticar y degustar. Pero otras se te evaden, no las podés asir, como el regreso esta noche a la penumbra de la casa, al portón eléctrico, a los sillones de pana, anchos y aburridos de nadie.Oteó de nuevo la acera pero el cuidador ya no estaba. Abrió el carro, tiró el maletín en el asiento del pasajero, entró y quitó la alarma. Se abrochó el cinturón de seguridad, se acarició la nuca y quiso bostezar. En el instante mismo de meter la llave en la ranura del encendido hubo un apagón. Acabó la luz en las casas y edificios; un momento después en los faroles de mercurio. Le vino desde la niñez la imagen de un mantel a cuadros, de una candela torcida y de una abuela que sonríe.
Es total, se dijo mirando a izquierda y derecha la gran calle real, que pasaba un poco más allá. Terminó de meter la llave, encendió la máquina y los faros, que brillaron por un instante brevísimo y luego se apagaron con todo y el motor. Lo intentó otra vez y el arrancador no respondió. El corazón le dio un vuelco. Quiso hacerse hacia delante y ver a través del parabrisas, pero el cinturón se atoró. Aún así estiró el cuello, mirando con dificultad hacia arriba. Recordó que era una noche clara y sin luna, y buscó las estrellas. Horrorizado vio como se iban yendo una tras otra. El firmamento se borró de golpe y él se llevó las manos a la cara, frotándose los ojos. Los abrió y cerró, frenético, pero daba lo mismo. Por último quiso huir. Extendió los brazos, buscando el volante, el cinturón, la manija de la puerta, el maletín en el otro asiento. Manoteó enloquecido pero no había nada, no había nada por ninguna parte.
Pienso que el espacio definitivamente influye porque gran parte del comportamiento y lo que piensa el personaje es consecuencia de su interacción con el espacio. Por ejemplo en este cuento, cuando el personaje está en el espacio del ascensor, se imagina lo que pasaría si se reventara el cable del mismo.
ResponderEliminarMi interpretación del final es el vacío que se siente cuando se lleva una vida tan rutinaria. Un día te das cuenta que aunque aparentemente lo tienes todo, en realidad no tienes nada que llene tu vida.
¿La muerte es el final? Lo que siempre me ha seducido de este cuento es esta nada con la que se topa luego de estirar las manos. Algo completamente fuera de lo lógico y que a la vez puede resultar lógico. " No había nada por ninguna parte"
ResponderEliminarA mi no me suena a muerte la verdad. Supongo que por nuestra educación religiosa y por la idea de muerte que nos ha dado la televisión y el cine, la última escena no evoca muerte para mi. Como dije antes, pienso que es algo simbólico de que no hay nada realmente importante en la vida del personaje.
ResponderEliminarLo volví a leer.
ResponderEliminarLuego de su agobio y aburrimiento infernal. No hay nada. Nada de nada, nada para sentir, nada que tener, nada que vivir, nada que disfrutar, nada que valorar... estar en la nada, sin entusiasmo sumergido en su rutina.
La comparación de no tocar nada es tener todo pero si no lo valoras o te interesa un poco, se convierten en nada y en lugar de darte te quitan, en lugar de estar se van y en lugar de ayudar te asfixian.
La rutina mata.
Ya lo leí y me gustó mucho, el final sobretodo. Pienso que como en matrix, la realidad que estaba viviendo el protagonísta sencillamente no existe. Nadie existía.
ResponderEliminarYa hay uno que concuerda con mi interpretación, que bien! Lo que dice mi estimada Gata del estilo Matrix va por la misma onda. Yo también interpreté esa película como la manipulación que hay en nuestras vidas para vivirlas de una manera predeterminada y materialista.
ResponderEliminarArias es un gran narrador, perdón por lsa cuña, pero es verdad. Hasta donde sé, vendrá en Noviembre a dar una charla a la Católica, si están interesados, vamos a escucharlo.
ResponderEliminarLo podemos invitar a la Casa, también, ojalá quiera.
Yo estoy interesada Sol, me avisas por favor!
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